Se dice de forma romántica,
seguro lo has escuchado, que leer es viajar, o que leyendo podemos conocer
otros mundos. Los lectores no lo negarán, leer nos permite sentir y vivir
experiencias que de otra forma nos serían imposibles. Nadie puede negar que, al
leer las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury se sentía parte de aquel planeta; o
que fuimos compañeros anónimos de Lucy, Peter, Edmund y Susan en los diferentes
mundos a los que llegaron a través de la puerta de un armario (sí, estoy
hablando de Las Crónicas de Narnia). Los ejemplos son infinitos, (el país de
las maravillas, el infierno, el purgatorio y el paraíso de Dante, Macondo y un
largo etcétera).
¿A qué se debe que podamos vivir
esas experiencias a través de las letras? Repuestas puede haber muchas, algunas
más románticas que otras, pero sólo hay una que es dada como verdadera por la
ciencia: Las neuronas espejo.
Debo de advertirle al lector que
no soy ningún experto en neurociencias, pero he leído e investigado algo al
respecto, por lo que pretendo que el presente texto sea meramente divulgativo.
Aclarado esto, continuamos.
Las neuronas espejo parecen ser
las responsables de varios procesos muy interesantes en nuestro desarrollo
humano, pues ellas tienen un papel fundamental en que sepas caminar, hablar,
que tengas ciertos gestos que son similares a los de algún familiar, o incluso,
que cuando veas a alguien bostezar tú sientas la necesidad de también hacerlo.
Las neuronas espejo son las responsables de la imitación y de la empatía.
¡Increíble! ¿No?
Esto es algo que de forma
empírica la humanidad ya sabía, pues, si en la caverna veías a alguien sufrir
después de meter la mano a la hoguera entendías al instante una serie de cosas:
quien metió la mano ahora estaba lastimado, por ende el fuego podía hacerte
daño también y por lo tanto había que conservar una distancia prudente con él.
¿Te imaginas qué sería de nosotros sin las neuronas espejo? Quizá ya no
seríamos, pues la selección natural desde hace mucho nos hubiera etiquetado
como especímenes débiles y hubiéramos perecido como especie en la primera
hoguera. Pero no nos desviemos. ¿Qué tiene que ver todo esto con que leer nos
permita viajar y conocer otros mundos? ¡Para allá vamos!
Los escritores que saben hacer
bien su trabajo saben que hay algo elemental en la obra: que el lector se
sienta identificado con ella, o, dicho de otro modo, que lo conmueva. Para
lograr esto en los talleres literarios se utilizan diversas técnicas, que van
desde escribir historias cotidianas, del día a día, con personajes reales (tu
vecino podría ser un buen personaje); hasta volverse un espectador silencioso
de la gente, observar sus gestos, el movimiento de las manos y demás formas de
expresión y tratar de describirlo de la forma más fiel posible.
¿Quieres intentarlo, pero te da
miedo pasar por un acosador? ¡No te preocupes, un video de internet puede
cumplir el mismo objetivo!
Hay que decirlo, el tema no es
exclusivo de la literatura, pues los actores de teatro y de cine estudian para
hacernos sentir emociones, es por eso que podemos decir que algún actor es
bueno o malo, o que cierta escena estuvo sobreactuada, pues ha perdido
verosimilitud y no “nos la creemos”.
¿Pero entonces basta con que un
escritor sepa describir gestos y expresiones para hacernos sentir emociones?
No, afortunadamente no. ¿Te imaginas lo cansado que sería un libro lleno de
descripciones de expresiones? En lo personal creo que me aburriría.
Pues en realidad las emociones no
llegan por sí mismas, si no que son la respuesta a un estímulo externo: imagina
si te deja tu pareja, dependiendo de tu manejo de emociones te puede causar
tristeza, enojo o (según el contexto de la relación) felicidad. Y eso es algo
que el escritor debe saber, cómo actuaría cada uno de sus personajes frente a
cada situación, digamos que esto lo puede saber haciendo una ficha personal de
cada personaje y describiendo la psicología de éste, entonces sólo tendrá que
mostrarte en los primeros momentos de la historia cómo suele actuar el
personaje ante ciertos estímulos menores para que tú te familiarices con él,
por lo que al ir avanzando en la trama ya sabrás qué sentirá el personaje
cuando lo deje su pareja.
Bueno, ya que quedó esto claro
quizá dirás “¿Vale, pero cómo eso me hace viajar e imaginarme otros mundos?”.
Imagen obtenida en el Intagram @paperbacks_plus
Otro paso más sería que la forma
en la que el personaje se desenvuelve en ese mundo sea de lo más cotidiano, es
decir, sin exagerar. Por ejemplo, nunca me creo en las historias de ciencia
ficción cuando los personajes se sorprenden de todo el avance de la tecnología,
porque, de acuerdo, yo de pronto me sorprendo por la internet, los teléfonos
móviles y demás, pero no es que a cada rato muestre mi sorpresa, pues ya lo he
asimilado y eso mismo tendría que hacer el personaje, asimilar la realidad en
la que está y comportarse como cualquier otro ser humano. Logrado lo anterior
solo bastan cosas que para este caso podríamos llamar técnicas: elegir al
narrador, los tiempos narrativos, el ritmo narrativo, etc., es decir, el sello
que suele caracterizar a cada escritor.
Se dicen muchas cosas positivas
acerca de la lectura, a los lectores no nos gusta negar ninguna, pero a partir
de ahora podremos afirmar con fundamentos que la lectura es algo que nos ayuda
a desarrollar la empatía hacia los otros, pues al leer no es el personaje el
que realiza las acciones, somos nosotros los que las realizamos, es por eso que
lloramos, sufrimos, amamos y en ocasiones hasta odiamos con el personaje; por
que el personaje es un traje que vestimos para hacer aquello que de otra forma
nos sería imposible hacer.
¡Gracias neuronas espejo!
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Si te interesa continuar leyendo acerca de este tema te recomiendo leer "Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción" de Jorge Volpi.

